Los dirigentes deben ser los más transparentes
¿Cuál es la retribución justa que debe recibir un dirigente empresarial? La que determine su junta de accionistas. No hay ninguna razón para que las empresas no paguen lo que consideren oportuno por los mejores ejecutivos. Como dice el presidente del Santander, Emilio Botín, la mejor inversión es la que se hace en recursos humanos. Contar con los mejores es tremendamente rentable para crear un equipo de éxito. Pero la condición es que su retribución sea absolutamente transparente. Nadie tiene por qué avergonzarse de cobrar un buen sueldo si se puede demostrar que se merece.
Esta premisa que es elemental parece haberse olvidado durante los años del “boom” económico. La avaricia de unos pocos ha jugado un papel determinante como uno de los detonantes de la Gran Recesión. Los abusos cometidos han provocado un fuerte rechazo social hacia las empresas en general y la banca en particular que ahora se debe superar, ya que sin ellas nunca podremos salir de la crisis. Los dirigentes empresariales están llamados a desempeñar de nuevo su papel de generadores de riqueza y de empleo. Los políticos han fallado y los estados están excesivamente endeudados y sobredimensionados. Por tanto, son las empresas las que deben garantizar un mundo más justo y equilibrado. Si los dirigentes empresariales no asumen este papel que la historia les reclama en la post-crisis volveremos necesariamente a un nuevo estatismo.
No hay que avergonzarse de un buen salario si se puede demostrar que se merece, porque como dice Botín la mejor inversión es la que se hace en recursos humanos
Los dirigentes empresariales deben comunicar adecuadamente este papel que están llamados a ejercer para recuperar la confianza de la sociedad, y para ello es fundamental desarrollar una política de remuneraciones adecuadas y justas porque lo demanda la sociedad tras conocer que en el complejo mecanismo salarial de los bancos de negocio está el origen de la espiral de riesgo y especulación. Es verdad que el rigor que se demanda puede hacer pagar a justos por pecadores y debilitar el derecho a la intimidad. Pero en la actual coyuntura la transparencia manda sobre cualquier otra consideración.
Resistirse a esta evidencia es inútil porque más pronto que tarde acabará imponiéndose, sobre todo en el caso del presidente, el consejero delegado y el consejo de administración de las empresas cotizadas. Los accionistas tienen que saber que están votando en las juntas generales cuando se someten a consulta las retribuciones del consejo de administración. Hasta el momento algunas empresas se han escudado en el derecho a la intimidad para negarse a publicar las remuneraciones de forma individualizada y lo hacían en conjunto, pero las cosas han cambiado y en muy poco tiempo será una exigencia legal.
El mundo se ha transformado y la exigencia de transparencia en las cuentas se está generalizando. Recientemente los diputados se han visto obligados a declarar su patrimonio. Como dice Enric Juliana, “la crisis mundial trae consigo un nuevo sistema de iluminación llamado transparencia”. Se ha impuesto un culto a la transparencia que hace inservible la fórmula utilizada hasta el momento de dar a conocer la retribución global del consejo, ocultando lo que gana individualmente cada uno de sus miembros. De hecho esta fórmula ha producido un fuerte rechazo entre los medios de comunicación que entienden que cuando los presidentes no quieren decir lo que ganan es porque se avergüenzan y no son capaces de justificarlo.
Cierto o no, lo relevante desde el punto de la comunicación es evitar por todos los medios esa imagen. Por el contrario, aquellos que decidieron no esconderse lo utilizan como muestra de su buena gestión. Así lo ha entendido alguna de las grandes corporaciones del IBEX-35 que decidieron dar a conocer las remuneraciones individualizadas de sus principales dirigentes. La lectura que hacen los periodistas especializados es que en la medida en que los grandes ejecutivos son transparentes también lo son las empresas que dirigen.
La experiencia demuestra que quienes optaron por publicar el sueldo de sus dirigentes lo han rentabilizado mejor que quienes decidieron ocultarlo porque se ha convertido en muestra de buena gestión
Además es una oportunidad para hacer una comparativa a nivel internacional. Otro elemento básico es explicar los conceptos sobre los que se construyen esas remuneraciones. Si al presidente de un banco, entidad de la que se espera una gestión prudente de los recursos que le son confiados, se le paga más por asumir mayores riesgos significa que su consejo de administración no está funcionando adecuadamente y por tanto tienen un grave problema estructural que va mucho más allá de la política salarial aplicada.
En definitiva, los salarios de los altos ejecutivos siempre han provocado la mayor expectación ante la opinión pública aunque hubiera otros elementos más relevantes para conocer la situación de una entidad. Por tanto, tiene un elemento ejemplarizador que no se puede menospreciar desde la óptica de la comunicación. No se puede predicar moderación salarial para los demás o un recorte de plantilla y anunciar al tiempo incentivos para los directivos por muy justificados que estén. No es solo un disparate, sino un error estratégico que ningún gestor que se precie puede permitirse.