Porque se gobierna como en telenovela
En América Latina tenemos los presidentes más populares del mundo (ver recuadro). Y lo son porque son gobernantes que se dedican a comunicar más que a gobernar. Por eso, asistimos a nuevos “políticos” que se hacen pasar por defensores del pueblo, cuando no encarnan “el mismo pueblo”. Y ahí la red no funciona.
Un empresario ahora y antes una mujer en Chile, una mujer en la Argentina y otra en Costa Rica, una mujer y ex guerrillera y antes un sindicalista en Brasil, un ex guerrillero en Uruguay, un cura en Paraguay, un indígena en Bolivia, un migrante ilustrado en Ecuador, un militar en Venezuela, un empresario en Panamá, un periodista en El Salvador, Perú tuvo su “chino”, Colombia su “mayordomo” y Estados Unidos su “negro”. Luego, la democracia se ha convertido en un mecanismo efectivo de movilidad social: ¡Todos podemos llegar al poder!, esta es la promesa actuada y comunicada. ¡El pueblo presidente! grita Ortega en Nicaragua.
En nombre del pueblo se gobierna, se manda, se reprime, se excluye, se legisla, se concibe la política y se encarna el poder
Y si se comunica/gobierna con el pueblo, lo mejor es usar la oralidad y espontaneidad de la radio; la seducción del gesto televisivo; la efectividad de la fiesta cercana. La prensa se deja para los diálogos con las élites. Y el internet todavía no cuenta en estos países con más del 20% de conexión. Además, los internautas mucho gritan en la Red y sus blogs pero poco votan o participan en política. Las redes sociales se han convertido en comunidades de goce, divertimento y amistad. Y es que los jóvenes andan desencantados de la política, los partidos y sus instituciones.
En nombre del pueblo se gobierna, se manda, se reprime, se excluye, se legisla, se concibe la política y se encarna el poder. En la actualidad los gobiernos más que gobernar por ideologías de izquierda o derecha, o guiados por partidos políticos… actúan por el poder y luchan mediáticamente por el relato de la hegemonía política.
Y la verdad es que los presidentes de América Latina han desarrollado una estrategia potente para incluir al pueblo en el gobierno: actúan desde la lógica del melodrama (presidente puro salva a pueblo equivocado); gobiernan como un acto de amor (ver a Correa con el pecho abierto y gritando máteme); se comportan como la gente en sus modos de hablar, sentir y expresarse (Chávez y el ex presidente Uribe); cuentan con subsidios directos para entregar a la gente; entienden la política desde la lógica de la confrontación entre buenos y malos; encarnan orgullos nacionalistas; operan en el horizonte de cultura popular de la gente: machos, religiosos, tradicionalistas y con autoridad de mando.
Esto ha llevado a que la mediación institucional y racional de la política se diluya y pasemos a una relación directa y personalista que produce una democracia de cercanía y emocional de contacto directo con la comunidad. Y aquí es donde aparece la mediática del poder o cuando los gobernantes diseñan y ponen en escena un nuevo pacto comunicativo/cultural/político que interpela al ciudadano como consumidor/televidente más que como sujeto/ciudadano; una política que enfatiza en el decir más que en el hacer y en el espectáculo más que en la ideología.
El argumento que se quiere defender es que esta preeminencia de lo comunicativo en la política, que se expresa en el personismo, el entretenimiento y lo popular en los modos de hacer política, gobernar y producir democracia (¿democraciar?), se puede comprender y explicar más productivamente si echamos mano a las lógicas del melodrama y el formato de la telenovela.
El argumento que se quiere defender es que esta preeminencia de lo comunicativo en la política se puede comprender y explicar más productivamente si echamos mano a las lógicas del melodrama
Así como la telenovela significó la entrada del pueblo en la comunicación pública, es decir la posibilidad de contarse desde el relato masivo y se convirtió en una cuestión de reconocimiento para las masas latinoamericanas; estas democracias populares expresan la entrada del pueblo al poder con sus estéticas de desparpajo y exceso, sus rituales de compadrazgos, sus creencias religiosas, sus modos de valorar basados en la lealtad a la familia y sus lógicas amorosas de significar.
Y en todo esto las redes sociales salen sobrando. ¡Ah! y el pueblo no va a internet porque este medio es escritural y ellos son orales, por eso su mejor medio es el móvil.
La aceptación popular según un estudio realizado por la consultora de opinión mexicana Consulta Mitofsky (Marzo 22, 2011) muestra a:
Juan Manuel Santos de Colombia (77%)
Mauricio Funes de El Salvador (72%)
Ricardo Martinelli de Panamá (65%)
Rafael Correa de Ecuador (56%)
Felipe Calderón de México (52%)
Porfirio Lobo de Honduras (51%)
Dilma Rousseff de Brasil (50%)
Hugo Chávez de Venezuela (50%)